Capítulo 16 – Trollstigen – Luster

Después de una plácida noche en un camping ideal, partimos hacia el fiordo más famoso y visitado de Noruega (Y quizás, del mundo): Geyranger. La ruta más corta era pasando por el Trollstigen, pero como ya te conté en el capítulo anterior, estaba cortado, por lo que tuvimos que dar un pequeño rodeo de 140 km. y más de hora y media. Además, también tuvimos coger un ferry para cruzar el Tafjord (Fiordo de Ta).
Durante el viaje, tomamos muchos ferrys. Están «los grandes», como el que cogimos de las Lofoten a Bodo y los pequeños, como el que tomamos en esta ruta. Para los primeros, lo ideal es reservar por la web antes de llegar a Puerto, ya que te puedes llevar alguna sorpresa y no caber. Para los segundos, salvo en dos ocasiones, usamos la aplicación «Ferrypay». Es una especie de telepeaje. Te das de alta con tu tarjeta de crédito o débito. Al llegar al barco, un operario te saca una foto a la matrícula de la moto, y al día siguiente te llega el cargo a tu cuenta. Estos ferrys, además, son muy baratos, entre 2 y 5€ por viaje, y las personas no pagan. Los viajes suelen durar entre 10 y 20 minutos y dentro siempre hay baños y cafetería.

La grandiosidad de Noruega

En el ferry. El viaje es tan corto y tranquilo, que no hace falta atar las motos.

Vista desde el ferry

La carretera que lleva hasta geyranger es sencillamente espectacular. Las vistas se dan por hecho, pero además, es una carretera muy divertida, llena de curvas y con un buen asfalto. Y una vez más, muy limpia de otros vehículos. ¡Cómo lo disfrutamos!

Al llegar, paramos en el primer mirador, que nos recibió con una preciosa cascada, en la cual podías literalmente meterte debajo… y Abraham se metió.

No es de extrañar que Geyranger recibe miles de turistas cada año. Es un fiordo espectacular, pero esconde más sorpresas. Su núcleo urbano es precioso, y lo cruza un río con pequeñas cascadas que lo convierte en un lugar de cuento. ¡Para no perdérselo!

Una cascada en el mirador

Geyranger desde el Norte

Geyranger

Geyranger desde el Sur

Después de esta visita, nos dirigimos al mirador más alto de la zona: Dalsnibba. En pocos kilómetros, ascendimos a 1500 metros de altura, ya metidos en la nieve, para ver el fiordo desde lo más alto. Una vista impresionante, pero, ¡qué frío hacía!

Si subir nos gustó, la bajada fue espectacular. Cruzamos un inmenso valle, con cumbres nevadas, y bajo éstas, unos maravillosos lagos. Esta impresionante ruta nos llevaría hasta Lom, un precioso pueblo con gran ambiente que nos sorprendió por su belleza.

En lo alto de Dalsnibba

Geyranger desde Dalsnibba

Cada curva, un espectáculo

De ruta hacia Lom. Lagos espectaculares.

Hoy descansamos de hamburguesas

En Lom

Después de una comida típica italiana, visitamos su iglesia vikinga. Una construcción del siglo XII de las cuales quedaron pocas en el país. En el siglo XVIII surgió una normativa en el país, que obligaba a que las iglesias tuvieran capacidad para al menos la mitad de cada población, por lo que las antiguas iglesias vikingas fueron desmanteladas para aprovechar su madera de una u otra forma. Afortunadamente, en algunos lugares como Lom, surgieron voces que se opusieron y gracias a ello se salvaron al menos 28 «stavkirker» de las casi 2000 que llegaron a existir.

Iglesia vikinga de Lom

Interior de la «stavkirker»

Después de Lom, continuamos ruta hacia el sur por el Sognefjellsvegen o carretera 55, una de las rutas más increíbles del viaje. Llovía débilmente y hacía muchísimo frío, pero aún así, pasear entre las montañas nevadas, sin tráfico, sin miedo a que se hiciera de noche,… ¡esto es la auténtica Noruega! Aún pasando mucho frío, decidimos parar y pasear un rato sobre la nieve y disfrutar el momento.

Rumbo a las montañas

¡Llegamos a lo más alto!

Felicidad

¿Estaremos sobre agua o sobre roca?

Sólo una paradita más, lo prometo

Pasaban ya las ocho de la tarde. Un día más, se nos había echado el tiempo encima. ¿Recuerdas que la mayoría de campings cerraba a las 18.00 horas? Aún así, nos dimos el lujo de parar unas cuantas veces más durante la ruta. En Noruega, lo difícil es no parar.

Por suerte llegamos al Dalsøren Camping antes de que cerrara, y pudimos reservar una cabaña, y es que, seguía el pronóstico de lluvia para esa noche y día siguiente. ¿Y qué tal el camping?¡Espectacular! La cabaña tenía una terraza que daba a uno de los fiordos más profundos de Noruega: El Dalsfjorden. Tanto, que estando allí creíamos que era un lago.

Parece una maqueta

El embarcadero del camping

La vistas desde mi ventana

Nos sorprendió como, estando el agua muy muy fría, las personas se bañaban allí alegremente. A mi me dolía tocar el agua con la mano. Cosas de la genética, supongo.

Como cada noche, tocaba ducha, cena, y a descansar. ¡Hasta mañana!

Capítulo 15 – Grong – Trollstigen
Capítulo 17 – Luster – Gjerdmundshamn

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