Capítulo 19 – Preikestolen – Kristiansand

Después de una noche algo perturbada por los ronquidos de un vecino campista, recogimos el campamento y nos pusimos en marcha. Teníamos una ruta opcional si íbamos bien de tiempo, y verdaderamente sí, ya que nos separaban tan sólo 250 kilómetros al puerto de Kristiansand, objetivo final del día. Allí deberíamos coger, al día siguiente, por la mañana, el ferry que nos llevaría a Dinamarca, y el momento en que dijéramos adiós a Noruega.

Por todo ello, decidimos ir hasta Lysebotn, una ruta muy motera y conocida en el mundillo como el «Stelvio Noruego», y no es para menos. 27 curvas muy cerradas separan, en 29 kilómetros, un desnivel de 1000 metros de altura. Además, hay túneles espectaculares, uno de ellos en forma de horquilla, muy estrecho, y como es de esperar, con unas vistas espectaculares. Y no sólo eso. Antes de comenzar a bajar, ya pasas por un árido puerto de montaña, plagado de pequeños lagos, y también ¡ovejas! Te las encuentras cada pocos metros, echadas al calor del asfalto, y es que ese día, ¡hacía un frío gélido! No sólo en la montaña, también, al llegar al puerto de Lysebotn.

Hay una ruta alternativa desde Preikestolen, que es tomar un ferry y luego hacer sólo la subida, pero nos nos quedó nada claro los horarios en los que se podía ir con la moto, así que decidimos hacer los dos tramos, el de bajada, y el de subida. Al fin y al cabo, nos sobraba tiempo, ¿no?

Al bajar, paramos en el centro de visitantes, donde nos encontramos con una española que trabaja allí y nos contó cosas interesantes sobre la vida en Noruega.

Ya en el puerto, comimos un poco para reponer fuerzas y tomamos rumbo hacia Kristiansand.

Tomando el primer ferry del día

¿Que no podemos hacer un parque acuático en Noruega? Agárrame el cubata

El paisaje, antes de comenzar la bajada a Lysebotn

Multitud de pequeños lagos se cruzaban en el camino

Algunas se movían. Otras no ¡Muchas ovejas por el camino!

¡Mira qué curvas!

Vistas desde abajo

Hoy, ensalada y zumo, ¡con mucho frío!

Rumbo a Kristiansand ¿Puede haber casas más pintorescas?

En Kristiansand sólo vimos abierto el Roligheden Camping, pero estaba a rebosar. Y es que, ya estábamos en julio y había comenzado la temporada alta. Tras un poco de negociación y decirles que nos pondríamos en cualquier lugar, nos dejaron montar la caseta en una esquinita. Tocaba descansar. Mañana, comienza el regreso.

Noruega, te echaremos de menos.

Capítulo 18 – Gjerdmundshamn – Preikestolen
Capítulo 20 – Kristiansand – Hamburgo

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