Capítulo 6 – Sallanches – Wyssachen
¡Qué gran día el 12 de junio!
Aunque amenazaba lluvia por la mañana, poco a poco fue mejorando el tiempo, para convertirse en un magnífico día para andar en moto. La primera parada fue Chamonix. Aunque aún las nubes cubrían los Alpes, pudimos ver el Glaciar de Bossons.
Tras unos cuantos kilómetros de preciosos paisajes, casi sin darnos cuenta,… ¡ya estábamos en Suiza! Al poco de entrar y subir bastantes metros, nos topamos con el primer paisaje «Milka» auténtico en el puerto de Forclaz: Prados verdes, vacas pastando, montañas lejanas,… Por supuesto, como buenos «guiris» nos detuvimos aquí más de la cuenta, gastando fotos y flipando con el paisaje. Debo mencionar que lo que más me gustó de Suiza es que cuando crees que el paisaje no puede mejorar más, va, y mejora…
Al bajar del puerto por unas carreteras buenísimas (en Suiza no hay baches), nos recibió una espléndida ciudad Martigny. Reposando entre las montañas, desde el mirador de Sur-le-Scex nos regaló unas vistas preciosas. En un principio, este país apenas lo íbamos a tocar, pero tras escuchar muchos consejos, decidimos pasar al menos dos días, pero tendíamos que ir rápido si queríamos ver cosas. Por ello, una vez abajo, lo primero que hicimos fue comprar la «vignete», una pegatina que por unos 37€ nos permitiría pasar por las autopistas y vías rápidas de Suiza.
Desde aquí, pondríamos rumbo a la gran sorpresa del día. Habíamos visto muchas imágenes del puerto de Grand Saint Bernard, pero nunca nevado. ¡Y nos encantó! Cada curva, cada rincón, tiene un paisaje diferente. Tanto al subir como al bajar, vas todo el rato embobado y con cara de felicidad de ver tanta belleza. Además, como en toda Suiza, ¡una carretera estupenda y con poco tráfico! (Bueno, las grandes urbes son una excepción).
Después de bajar del puerto paramos en Montreux, un lago de postal con el famoso Castillo de Chillon en la orilla.
Tras las fotos de turno partimos hacia Berna, a donde llegamos ya algo cansados. Para evitar el tráfico, ya que aún nos quedaban kilómetros por delante, nos quedamos en las afueras.
Tras descansar un rato disfrutando de las vistas de Berna, partimos hacia la región de Emmental, famosa por su queso. Se veía el contraste entre las antiguas y viejas queserías en el centro de los pueblos y la gran industria en las afueras. Llegando a Burgdorf volvió la lluvia, y llegando a Langnau, llegó la noche. Solo nos quedaba llegar a la cama en un hotel que encontramos en medio de la nada y descansar felices por este gran día.
Vistas desde el hotel antes de dormir
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