Capítulo 13 – Béziers – Vielha
La ruta de hoy, a priori, prometía ser algo más relajada, pero fue un día malo para Ana. Un fuerte dolor de cabeza le amargó gran parte del viaje, y aunque todos insistimos en parar y descansar en el primer lugar que encontráramos, ella se empeñó en seguir.
Lo que hicimos fue parar en los sitios a descansar, y nada de hacer turismo. Afortunadamente, después de mediodía ya se encontraba mucho mejor y pudimos ver algunas cosas, muy bonitas, por cierto.
A tan solo 30 minutos de Béziers estaba Narbona, ciudad en la que aprovechamos para desayunar y disfrutar de su antigua Catedral y calles empedradas. Nos encantó el ambiente que había a esa hora, con todos los bares a rebosar de gente.
Nuestra siguiente parada planificada iba a ser Carcasona, pero como ya habíamos visto lo más importante en el viaje de ida, decidimos avanzar un poco más… y Ana se puso malita. Paramos en Guiraud Nicolas por obligación y esperamos a que se le pasara un poco.
La siguiente parada iba a ser Carbonne, pero no llegamos. Ana estaba peor, aunque insistía en proseguir el camino, así que después de descansar un tiempo en Mairie Auterive, continuamos el camino.
Al llegar a Carbonne, Ana seguía mal, y además, ya hacía mucho calor, así que dejamos el turismo y buscamos sombra en un bosque cerca. Ana estaba tan agotada que se le subían las hormigas y apenas tenía fuerzas para quitárselas de encima.
Después de esta larga parada, comenzó a mejorar bastante, y cuando llegamos al gran destino del día, ya estaba totalmente recuperada. Saint-Bertrand-de-Comminges está catalogado como uno de los pueblos más bellos de Francia, y con razón. Sus casas y calles medievales, encaramadas en una alta colina, están perfectamente conservadas y cuidadas. Además, apenas había tráfico y por fin, el calor nos daba una tregua. Un remanso de paz para un día bastante ajetreado.
Tras patear las calles y su iglesia, partimos al último destino del día, ya en España: Vielha. Al llegar, nos esperaba el hotel Tuca… ¡y su piscina! Qué gozada después de tantos sudores y dolores de cabeza.
Tras un baño reparador, salimos a disfrutar de las preciosas vistas de esta ciudad y a tomar una rica cena.
¡Mañana más!
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