Capítulo 20 – Kristiansand – Hamburgo
Día de hacer kilómetros. Hoy cruzaremos Dinamarca de Norte a Sur.
La noche anterior habíamos reservado el ferry. La buena noticia era que las dos compañías existentes ya operaban con fast-ferry. Por horario, elegimos Fjordline, que en dos horas y media, y por 74,50€, nos llevaba hasta Hirsthals, en Dinamarca. La anécdota fue que llegamos al puerto y nos saltamos la caseta de entrada, donde había que recoger la tarjeta de embarque. En Canarias estamos acostumbrados a entrar sólo con el DNI. Cuando ya estaban todos embarcando, tuvimos que ir hasta la entrada del puerto a buscarla. Un poquito de estrés para comenzar el día, nada más.
Una vez más, el mar estaba totalmente en calma, por lo que el viaje nos sirvió para descansar un poco antes de los más de 500 kilómetros que nos esperaban.
La primera parada que hicimos fue en Randers, una ciudad que visité en 2008. ¡Apenas había cambiado! Paseamos un poco por sus calles, degustamos unos dulces y nos pusimos rumbo de nuevo hasta Vejle, donde paramos con la intención de comprar vajilla típica de Dinamarca.

Paseando por Randers, ya en Dinamarca

Una casa de nivel

Delicias Danesas

Entrando en Vejle

Paradita para comer junto a la autopista

Hoy descansamos de hamburguesas
Después de una parada para comer, hoy sí llegamos a las 18.00 al destino. A esa hora llegamos a uno de los mejores campings alemanes. Una vez más, había previsión de lluvias para toda la noche y parte de la mañana, así que reservamos cabañas. Las que les quedaban, eran sólo de dos plazas, así que tuvimos que reservar dos, con un diseño que nos gustó mucho.

La gasolina más cara del viaje la encontramos en una autopista de Alemania ¡2,34€ el litro!

KNAUS Campingpark, Hamburgo
Como llegamos temprano, quisimos aprovechar para poner lavadora y secadora. El letrero ponía que funcionaban con monedas de 20 céntimos de euro, y como teníamos unas cuantas, comenzamos con el lavado… Pero claro, había que ir echando monedas como en las antiguas cabinas telefónicas… cada par de minutos. Cuando se nos gastaron las monedas, la lavadora, simplemente, pausó el lavado ¡y se quedó cerrada! Y ahí estaba yo, paseando en una tarde lluviosa por un camping cual mendigo pidiendo monedas… Monedas que, por otra parte, nadie te daba, porque ellos mismos las guardaban para poner la lavadora/secadora. Tras un buen rato, conseguí algunas y logramos terminar el lavado (Otras personas que estaban junto a nosotros no tuvieron tanta suerte). Moraleja, ¡¡lleva monedas de 20 céntimos!! Además, no era la primera vez que nos hicieron falta. También las usamos en algunas duchas, para el agua caliente, al subir.
Después de esta anécdota, a descansar, que mañana toca otro día intenso.
Capítulo 19 – Preikestolen – Kristiansand
Capítulo 21 – Hamburgo – Gravendeel



No Comments