Capítulo 25 – Labouheyre – Huelva

Realmente, este capítulo incluye dos etapas: Labouheyre – Cáceres y Cáceres – Huelva, pero como fueron prácticamente dos etapas maratón (la primera de más de 800 kilómetros y la segunda de 370) en la que no hicimos casi nada de turismo, pues lo dejamos para un sólo capítulo.

Al par de horas de salir, ya entramos en San Sebastián, donde pusimos ya gasolina «barata». En la gasolinera nos recomendaron un bar de buenos bocadillos, así que fuimos allí a desayunar. Era media mañana y se encontraba a rebosar. ¡Qué estruendo!¡Qué alboroto!¡Y qué alegría!¡Viva España! Notamos más que nunca el choque cultural. Habíamos estado en lugares con decenas de personas y no oír una mosca. Aquí, la alegría de la gente, se nota y se palpa en el ambiente.

Después del desayuno, retomamos la ruta hacia el Sur, y comenzó el calor. Más de 30 grados todo el camino. Bastante soportable si no fuera por la cantidad de kilómetros que llevábamos sobre todo los últimos días. Lo fuimos gestionando parando un poco más de lo normal.

Desayunando en Panadería Tahona, en Irún

Señal inequívoca de que ya estábamos en España

Tras muchas horas sobre la moto, llegamos al Camping Cáceres, que elegimos por la enorme piscina que aparecía en las fotos. Al llegar, nos comentan que sólo les quedan cabañas grandes. ¿Nos fuimos a otro lugar? Pues no, por poco más de 100€ (Menuda ganga) nos quedamos la cabaña y nos metimos un par de horas en la piscina.

Esa noche dormimos como angelitos.

Refrescando cuerpo y mente

Última noche en la España peninsular

Aunque el barco no salía hasta las cuatro de la tarde, nos levantamos temprano para evitar el calor de mediodía y a la una ya estábamos en Palos de la Frontera, donde compramos algunas provisiones para el viaje de vuelta y aprovechamos para comernos los bocadillos, probablemente, mejores de todo el viaje, en el Bar La Plaza ¡Muy recomendable!

En Palos de la Frontera

¡A por la próxima aventura!

Después de un descansito, tomamos ruta hacia el barco, embarcamos sin problemas, dejamos las cosas en el camarote, y nos preparamos para la larga travesía, pensado en todo lo vivido durante estas semanas. Si tienes el gusanillo de ir hasta allá arriba, no te lo pienses, y hazlo en cuanto puedas. No esperes el momento perfecto, porque difícilmente va a llegar. ¡Súbete a la moto!

Motos atadas para la larga travesía

¡Hasta la vista tierra firme! Esperamos volver pronto

Capítulo 24 – Normandía – Labouheyre

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